Me ha sido difícil, este otoño, mantenerme tan conectado con los ciclos naturales como me hubiera gustado. Los quehaceres laborales me han absorbido demasiado, incluso agobiado.
Quería, por ejemplo, darme cuenta cuando los grillos dejaran de cantar en Prospect Park. Siempre me ha resultado notorio el despertar de los sonidos de aves e insectos durante la primavera y la forma en que esa sonoridad desaforada se intensifica durante el verano. Me ha sido más difícil darme cuenta de cuándo cesan esos sonidos en el otoño.
Quise hacerlo durante esta estación. Estuve atento y sé que los grillos todavía cantaban a fines de octubre. Pero luego me distraje. Me desconecté de los sonidos de Natura Naturans. Y el fin de semana pasado, mientras caminaba de noche por el perímetro del parque, me percaté de que ya no cantaban los grillos. No supe cuándo se acalló su cantata. Me abofeteó la ausencia. Sentí desazón.

Al menos he logrado, desde la última luna llena, conectarme con el ciclo lunar. Aprecié la salida de la luna llena desde orillas de Prospect Lake. Aunque no pude ver el eclipse lunar, supe cuándo sucedía: estaba trasnochado y enfermo pero consciente. Dos semanas después viajé en tren por la ribera oscura del río Hudson en noche de luna nueva. Desde entonces he observado cómo el primer cachito de luna creciente ha ido aumentando hasta devenir media luna y, esta noche, creciente gibosa. Acabo de observarla mientras caminaba por el barrio: se asomó por en medio de un velo de estratos, con un aire de misterio pícaro.
Por motivos aparentemente fortuitos, recordé al verla que esta semana volví a escuchar, después de muchos años, el álbum Idioma suave de la banda argentina Entre Ríos. Descubrí a esa banda por ahí del 2004 ó 2005, cuando el amor me llevaba a la ribera oriental del río Uruguay, a tierras yoruguas, contigua a la región de la Mesopotamia argentina, entre los ríos Paraná y Uruguay. Durante un par de años escuché mucho el disco compacto en mi equipo de sonido. Me gustaba la forma en que la música electrónica de Entre Ríos y sus beats pegajosos y minimalistas resaltaban la cálida voz de Isol, la cantante.
Y me gustaban las letras de Idioma suave. Justamente por una letra asocié, esta noche, la aparición de la luna con el álbum, Una estrofa de “Litoral” dice:
Estuve aquí, estuve allá donde las flores vuelan sobre el litoral. Tempestad donde no estás, la luna tiñe de azul el litoral
El último verso es una imagen alucinante. Me hace pensar en el litoral del río Uruguay, en Salto, y el del Río de la Plata, en Montevideo, teñidos de azul.
Me hace pensar también en las aguas de Prospect Lake teñidas de cobalto mientras la noche se profundiza y la Luna trepa en el firmamento.
Eso me consuela. Y me alegra el haber escuchado de nuevo la voz de Isol, aunque no haya notado cuando los grillos guardaron silencio.
