Maravilla y misterio: Cafecillo en flor

Esta mañana regresé al Parque Nacional Carara en busca de una maravilla y un misterio: el cafecillo (Erythrochiton gymnanthus) en flor. Esta planta es endémica del Pacífico Central costarricense; yo solamente la he visto en el sotobosque del bosque tropical de transición (húmedo-seco) de Carara.

El arbusto en sí ya es una rareza improbabilísima de presenciar, por lo que el filósofo escocés David Hume lo llamaría una maravilla (marvel). Y solamente florece a principios de julio, por lo que verlo en flor es aún más difícil. El espacio-tiempo es infinito y tenés que estar en Carara justo en esta época.

Yo apenas lo había visto en flor una vez. El 3 de julio del 2020 fui a caminar a Carara. Ese día estuve solo en los senderos porque los parques nacionales recién reabrían, después del encierro inicial por la pandemia, y casi nadie se animaba a visitarlos. Aquel día solitario fui de La Libélula a Carara y Natura Naturans me regaló la bendición de ver al cafecillo floreciente. Desde entonces quise regresar. Pero en el 2021 estaba en Nueva York y en el 2022 estaba en un retiro de meditación vipassana en Villa Zurquí. Recién este año pude hacer el peregrinaje para contemplar la maravilla.

Peregrino amoroso, además ponderé el misterio. Hay muchas incógnitas en cuanto al cafecillo. ¿Por qué abunda en el bosque de Carara y no en otros bosques de la misma región? ¿Quién lo poliniza? La ciencia no lo descubre aún.

Así que mi caminata fue una meditación contemplativa. Observé los arbustos, sus hojas, sus botones aún por abrirse y sus flores totalmente blancas (incluso los estambres, que a veces se abren en forma de estrella) excepto por el carpelo amarillo.

Escuché el entorno. Escuché un zumbido y vi a un colibrí diminuto, que en el claroscuro del sotobosque parecía negro, mientras bebía el néctar de una flor alta en un arbusto grande. Si no estuviese tan fuera del rango geográfico para la especie, hubiese pensado que era Uitsili en forma de colibrí pechinegro (Eupherusa nigriventris). Mi conjetura es que quizá era un colibrí cabeciazul macho (Klais guimeti), paseando casualmente por el bosque de Carara. Eso también sería una maravilla, según Hume: un evento muy improbable, dadas nuestras observaciones ornitológicas colectivas, pero posible.

También vi a dos especies de abejas aterrizar en la corola y entrar caminando al carpelo para degustar las humedades de la flor.

Procuré percibir aromas. No lo logré, pues mi olfato es pobre, pero en cambio me impregnó el olor a humedad del bosque. Sentí algunos pétalos, acariciándolos sin lastimarlos.

Contemplé el misterio del cafecillo en flor con gratitud y amor por la vida. En mi cuerpomente y corazón compartí el momento con las personas que amo profundamente.

Sentipensé que aunque Carara es un sitio que he visitado decenas de veces, cada vez me ofrece sorpresas y es en sí un misterio, como una relación erótico-amorosa que se profundiza y enriquece con el transcurrir de la vida y el fluir de la experiencia. Al estar cada vez más atento y conocer mejor el sitio, mis vivencias son mucho más ricas. Adoptando un término gustativo, cabe decir, incluso, que son vivencias mucho más deliciosas, gostosas.

Poco a poco, Carara se ha convertido en un lugar sagrado para mí, cargado de misterios como el cafecillo en flor. Salí del bosque en silencio.

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