El día del solsticio me levanté al alba: quería aprovechar todas las horas de luz del día más corto del año en el hemisferio norte. A media mañana salí a hacer una caminata urbana por estos barrios brooklynenses, Windsor Terrace y Park Slope, para disfrutar el cielo azul, sol radiante y frío agradable. Regresé a casa revitalizado y seguí trabajando.
Por la tarde decidí hacer otra pausa para salir a fotografiar un poco: quería ver los detalles urbanos que me señalara el whim: el impulso espontáneo y caprichoso que Ralph Waldo Emerson y Ol´Moose describen como una posible brújula vital.
En la cuadra de la calle 16, entre las avenidas 8 y 9 (Prospect Park West), me llamaron la atención los colores y las formas de los portales de las casas. Recorrí la cuadra despacio, fotografiando detalles. Acá les comparto algunas capturas.
La mañana después del solsticio salí a caminar, antes de que llegara la tormenta de lluvia y viento que se aproximaba. El cielo ya estaba nublado y soplaba un viento frío. Bajé al lago: quería hacer una caminata natural por el parque. Y cuando llegué al lago, el paisaje me sorprendió. El invierno había arrivado inobjetablemente.

Sobre una capa fina de hielo que reflejaba las nubes del cielo se habían posado miles de gaviotas. Otros cientos de aves acuáticas flotaban cerca de la orilla o descansaban sobre troncos: patos cabeciverdes, ánades sombríos, gansos canadienses, fochas americanas, cisnes y patos arcoiris se congregaban para refugiarse de la tormenta. Abundaban hasta los patos cuchara, con sus pico negros y anchos, llegados ya al lago para pasar la estación de invierno.

En el corazón del bosque, mientras recorría la península, tuve un buen rato a solas con grupos de charas azules (Cyanocitta cristata) que andaban forrajeando en las copas de los árboles, inconfundibles por sus copetes, y con un cuarteto de carpinteros de Carolina (Melanerpes carolinus) de crestas rojas, pequeños fuegos en medio de tanto gris y marrón.
Regresé a casa maravillado con la llegada tan puntual del invierno. Y Natura Naturans me la confirmó sin apelaciones: la tormenta de viento y lluvia nos azotó por veinticuatro horas y de inmediato los vientos fortísimos trajeron un frente frío que desde ayer nos tiene bastantes grados centígrados bajo cero.
Ya es Noche Buena y acá sigue el invierno acompañándonos. Yo celebro su llegada, y la del Agape, con luces multicolores y una cerveza irlandesa. ¡Salú! Felices fiestas y Año Nuevo.
