Yacemos desnudos mirando al cielo después de habernos amado sobre las piedras del río. “Mirá los cúmulos”, me decís en farsi con tu voz nacida del mar. “Esperan el nacimiento de la lluvia”.
Yo los observo pasar mientras coloco la palma de mi mano sobre tu vientre húmedo y mis dedos alargados sobre el calor de tu monte de venus.
Sentimos la misma tierra sosteniendo nuestros cuerpos. Mis aguas vitales se han vertido en tu océano interior. Mi fuego seminal se ha encontrado con el calor de tu ser íntimo.
Palpo tu vientre, tu pubis y siento que dos seremos tres.
Entonces seguiremos explorando, amando, viviendo. Por todo el mundo, por tus mares y mis montañas, por nuestros bosques, ríos y humedales, ¡el viento nos llevará!
En mi noche, tan breve, ¡ay!
Forough Farrokhzad, “El viento nos llevará”
El viento está a punto de encontrar las hojas.
Mi noche tan breve está llena de devastadora angustia
¡Escucha! ¿Oyes los susurros de las sombras?
Esta infelicidad que siento ajena a mí
Estoy acostumbrada a la desesperación
¡Escucha! ¿Oyes los susurros de las sombras?
Allí, en la noche, algo está ocurriendo.
La luna está roja e inquieta.
Y, agarrada a este tejado,
podría derrumbarse en cualquier momento.
Las nubes, como una multitud de mujeres de luto,
esperan el nacimiento de la lluvia.
Un segundo, y luego nada.
A través de esta ventana,
la noche tiembla
y la tierra deja de girar.
A través de esta ventana, un extraño se preocupa por
mí y por ti.
Tú, en nuestro césped,
pon tus manos –aquellos abrasadores recuerdos–
en mis tiernas manos
y pon tus labios, llenos de calor vital
en contacto con mis tiernos labios.
¡El viento nos llevará!
¡El viento nos llevará!
