A medianoche salí al jardín a contemplar la Luna de Flores, Luna de Mayo. Relucía en el firmamento tras un velo de altoestratos. Un sutil halo ambarino la rodeaba por momentos.
Descalzo sobre el zacate y solitario bajo el amplio cielo, me pregunté si a mi alrededor habría ángeles de la guarda, como en Las alas del deseo (Der Himmel über Berlin, 1987) y ¡Tan lejos, tan cerca! (Faraway, So Close!, 1993) de Wim Wenders. Escuchaba Stay de U2 mientras aguardaba respuesta.
Sentí la brisa erizar mi cuello y rozar mis orejas. Y percibí las flores blancas en la bougainvillea. Fueron mis compañeras bajo la luz de Luna.