Lágrimas de mis raíces

Para un ser peripatético, una lesión en la planta del pie es una vulneración grave de su vitalidad. Desanima al caminante. Por ello he estado pensando: “¿Por qué esta dolencia?”

Una respuesta me llegó anoche, al ver el filme La Novia (Paula Ortiz, 2015), basado en la obra Bodas de sangre, de Federico García Lorca.

De forma inesperada para mí, la madre del novio me dio la pista con sus palabras. Cuando la tragedia se ha consumado y los sobrevivientes se lamentan y lloran, la mujer en su duelo dice en versos lorquianos:

Vuestras lágrimas

son lágrimas de los ojos nada más.

Las mías vendrán cuando yo esté sola

y saldrán de las plantas de mis pies,

de mis raíces.

Federico García Lorca
La novia proyectada en mi sala casera de cine

La lesión en la planta de mi pie izquierdo, el más fuerte y hábil porque soy zurdo además, es el vertedero de las lágrimas de mis raíces. Estoy llorando por el pie lo que no he podido llorar por los ojos. Desde que era niño siempre me ha costado llorar: las lágrimas se me quedan en el borde interno de los párpados enrojecidos. Es como si se vertieran hacia adentro.

Como dije, la lesión es una vulneración grave de mi vitalidad. Pero, mientras sano, puedo nadar. Y hoy, lesionado y en baja forma, nadé un kilómetro en el evento anual de beneficencia de mi escuela de natación. Demoré casi treinta y ocho segundos más que hace un año. Pero nadé con coraje. Y salí de la piscina con el corazón latiendo con vigor.

Si mis lágrimas salen en forma de dolor en mis raíces, que se viertan en el agua que me sostiene y me sustenta.

Pies de novia caminante

Foto de portada: Raíces de ceiba (Ceiba petandra) en el Jardín Botánico del CATIE.

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