Me gustaba sentir el viento de tormenta oceánica y observar la lluvia caer sobre el Golfo Dulce desde nuestra playa solitaria. Disfrutaba cuando un nimboestrato acechante nos sorprendía, derramándose sobre nosotros como jícara llena de agua fresca.
En esos momentos pensaba en el poema “El sur del océano” de Pablo Neruda y recordaba mis años universitarios, cuando lo leía como si expresara lo que yo sentía en aquellos tiempos intensos, de soledad y búsqueda.
Es una región sola (…)
donde la tierra está llena de océano,
y no hay nadie (…)
sino el viento, no hay nadie
sino la lluvia que cae sobre las aguas del mar,
nadie sino la lluvia que crece sobre el mar.
Pablo Neruda, Residencia en la tierra
