Me sorprendés al anochecer.
Llegás sigilosa del oriente,
vestida de sedas finas:
shalwar kameez verde bosque,
dupatta de flores púrpura y magenta,
velo blanco bordado de azahares.
Me hablás en pashto
con tu voz de suave cascada.
Envuelta en el misterio líquido de tu ser,
me susurrás gazales
de amor y separación.
Te oigo alucinado
en esta tierra tropical,
de antigua lengua huetar.
Al escuchar tus versos,
intuyo que nuestro encuentro será fugaz;
nuestro amor, como las corrientes profundas
de un océano infinito;
nuestra separación, como la de dos ríos
que nacen de la misma fuente en la montaña
y siguen su propio curso
por rápidos, cataratas y meandros
para converger en el mar.
Cuando terminás de recitarme
tu último gazal,
lo guardo en mi corazón
como las bromelias recogen
gotas del gentil aguacero.
Te pregunto tu nombre.
Abrís tu velo,
descubrís tu rostro,
fresco como el agua,
me observás con tus ojos diáfanos
de mirada lúcida,
rozás mi oído con tus labios de rocío,
lamés mi lóbulo,
humedeciéndolo,
y me cantás dos notas en urdu:
“Baran“.
One thought on “Baran: Lluvia”