Pasa abril. No muere. Pasa. Y con sus altibajos y claroscuros permanece en nuestros corazones. Deja sus esperanzas y desesperanzas, amores y desamores, nacimientos y muertes, amaneceres y atardeceres. A este valle ha traído el cambio de estación, las primeras lluvias, y nos deja, como presentes, gotas frescas, diáfanas y relucientes en los pétalos de sus rosas.
