Me levanté antes de que Alba llegara con su luz suave y gentil a iluminar a Brooklyn. Salí de casa rumbo al aeropuerto JFK. Mientras transitaba hacia el sur por la autopista junto al río Hudson, donde la bahía baja de su estuario se abre a la ancha mar, la luna menguante brillaba en el cielo negriazulado y se reflejaba en las aguas encrespadas de la corriente.
Luego, al girar hacia el este, me topé de frente con Aurora de rubores rosa y naranja en el horizonte. A mi derecha las aguas del Atlántico comenzaban a tomar un tono azul plateado. A mi izquierda, las luces nocturnas de los rascacielos de Manhattan aún dibujaban el paisaje urbano al recortar el horizonte que apenas clareaba.
Volví a mirar al frente, hacia el amanecer, mientras grababa las imágenes de Luna, río, Aurora, mar y ciudad en mi mente y corazón.
(Foto: “Rockaway Sunrise” by Peter Katz)