Observé cientos de jacarandas en flor desde el aires mientras sobrevolábamos la Ciudad de México en la maniobra de descenso y aterrizaje. Sus copas floridas pintaban de lila violáceo el paisaje urbano. Anunciaban el aire primaveral y descontraído que encontraría en la ciudad.
Y escuché cantos de mirlos en las calles y plazas árboladas de Colonia Roma al llegar. Incluso creí escuchar un yigüirro (Turdus grayi) en medio del concierto. También le cantaba a Primavera.

En los parques, jardines y plazas de encontré lirios coloridos, plantas exhuberantes de verdes profundos y especies de flores hermosas y desconocidas para mí.

Y por todos lados, como en la Alameda Central, la Plaza Río de Janeiro o el Bosque de Chapultepec, observé de cerca a las jacarandas Divinas bajo el cielo albiceleste.

En estos días he visitado museos, palacios y monumentos. Y he observado gente en variedad de actividades, sea en el metro, en los comercios o en los mercados.

Pero en todo momento me ha acompañado Natura Naturans con sus manifestaciones de vida y belleza. Esta vez me he deleitado con la Ciudad de México al natural.
