“Mumbai”, nos advirtió nuestro casero en Delhi, “es la ciudad de tránsito más congestionado y ruidoso de la India”. Quizá tiene razón pues nos topamos con una urbe extensa de tráfico denso. Quizá el hecho de que Mumbai se desparrame principalmente de norte a sur por una península relativamente estrecha, entre mar abierto y una bahía, cree un efecto de embudo.
Sin embargo, en los barrios del sur de la península, pudimos deambular a gusto y explorar calles y callejones laberínticos sin sentirnos perdidos, aunque no supiéramos con precisión dónde estábamos. Fue la única ciudad donde pudimos hace ese tipo de caminata urbana exploratoria. Por ello le agradecimos a Mumbai.
Una mañana soleada de sábado, por ejemplo, fuimos hasta el portal conocido como Gateway of India, que se abre frente a la bahía. Queríamos abordar el ferry para visitar la isla Elephanta y conocer las cuevas con esculturas hindúes de mil quinientos años de antigüedad. Pero el viento impetuoso y el mar picado decidieron que no. Ese día, por el fuerte oleaje, no hubo ferry.
Entonces decidimos hacer en Mumbai lo que Octavio Paz decidio hacer en Herat, Afganistán, según su poema “Felicidad en Herat”:
Vine aquí
como escribo estas líneas,
sin idea fija.
Con ese espíritu de libertad exploratoria ambulamos por el cercano barrio de Colaba. Bordeamos el Taj Mahal Palace, hotel elegante de aspiraciones europeístas, pero hermoso de todos modos.
Queríamos tomar un café pero solo encontramos un Starbucks, por lo que desistimos. Enrumbamos sin mapa hacia el norte, en busca de la estación Chhatrapati Shivaji Terminus, pero erramos el camino y fuimos a dar a las inmediaciones del campus de la Universidad de Mumbai. Sus edificios góticos parecían imitar los de antiguas universidades británicas. Pero los verdes de su exuberante flora tropical destacaban sobre los grises de piedra y ocres de ladrillo de los edificios y animaban el campus con vitalidad natural.
Tras disfrutar de las vistas del campus, sentimos sed y momentáneamente desistimos de buscar la estación. Nos aventuramos por callejuelas de Colaba. Pasamos de casualidad por el Honiman Circle Garden, un jardín en rotonda con cerca de hierro forjado rodeándolo, al estilo de jardines y parques británicos también, pero con flora tropical. Mientras lo recorríamos, una palmera botó una rama cargada de sus florecillas y al caer el polen se dispersó en el aire. Cubiertos del polen que se adhirió a nuestra piel sudorosa, continuamos nuestra búsqueda de una cerveza.
–No sé dónde estamos –le dije a la Leoparda de la India en un momento de desorientación.
–Aquí hay que fluir –me respondió con sabiduría.
Tuvo razón. Pocos minutos después nos encontramos una taberna con decoraciones europeístas donde disfrutamos, sin embargo, de una deliciosa y refrescante cerveza lager de la India, la Kingfisher Premium. A decir verdad, no es una cerveza muy buena, pero en el calor fortísimo de la India siempre sabe a Frescor Glorioso. Además, la taberna las ofrecía a tres por dos. La Leoparda y yo nos tomamos una cada uno y luego disputamos la tercera cerveza en un juego de piedra, papel, tijera. Aunque empecé perdiendo le gané tres a uno, como Saprissa a Alajuelense en el futbol tico, pero de todos modos compartí con ella la tercera cerveza.
La pausa nos permitió reorientarnos y cuando saciamos nuestra sed nos enrumbamos hacia el sur para visitar el Chhatrapati Shivaji Maharaj Vastu Sangrahalaya. No entramos al museo. La tarde soleada estaba demasiado hermosa. Pero caminamos en los jardines de palmeras y flores al frente del bellísimo edificio de arquitectura indo-sarracena, ese estilo sincretista con elementos góticos, mogules e hindúes.
Allí admiramos por buen rato las esculturas del jardín, principalmente un Buda Durmiente que nos transmitió mucha paz. De hecho, nuestro paseo continuó por un ratito más antes de regresar a nuestro barrio, Malabar Hill, para cenar en Soam comida de Guyarat, provincia occidental de la India. Pero la paz y serenidad de ese Buda fueron los sentimientos que intentamos preservar tras nuestro deambular espontáneo por Colaba.
(Fotos: @fran_tasticavida)