Celebrábamos la vida, el amor y el gozo en la mañana soleada. Para ponerle banda sonora al momento, escuchábamos a Manolo García cantarnos sus poemas. En un instante de gracia, sonó “Rosa de Alejandría”y escuchamos los versos:
Rosa de Alejandría, rosa amarilla.
Hoy has de ser mi guía, la luz que brilla.
Faro de mediodía, rosa sencilla.
Rosa de Alejandría, rosa amarilla.
Mientras el poeta cantaba, en el jardín florecía nuestra propia rosa, grata alegría.