En el Sur procuramos visitar y conocer más sobre el pasado y presente de los pueblos originarios del vasto territorio que baña el agua grande del Dí Crí.
Después de visitar el sitio arqueológico en Finca 6, regresamos a Palmar Sur, atravesamos el puente sobre el río Térraba hacia su margen norte y la recorrimos por la carretera Interamericana (ruta 2) en dirección este. El camino serpenteaba como el río. Observamos los relieves de las montañas y el cañón del Térraba, las sinuosidades del cauce y los reflejos de la luz en las aguas profundas y poderosas.
Cuando llegamos a la entrada del camino que conduce a los territorios indígenas de Curré y Boruca, nos desviamos hacia el norte.

Ascendimos por el camino hasta las cumbres de la fila montañosa que nos llevó al pueblo de Boruca. De paso observamos halcones que planeaban de forma circular en las corrientes de viento de las cumbres hasta lanzarse de forma temeraria en procura de sus presas en ambas laderas de la montaña.
En Boruca pedimos direcciones para nuestro destino, la Finca Educativa Kan Tan. Los lugareños nos enviaron a atravesar un puente estrecho de metal sobre la quebrada. No estábamos seguros de que nuestro carro pasaría por el puente. Así que bajamos hasta el cauce por un paso de tierra, vadeamos la quebrada, salimos a todo gas de ella y subimos un kilómetro, por el camino de piedra, hasta la finca.

En Kan-Tan nos recibió Hernán, trabajador de la finca y anfitrión cuidadoso. Leila, gestora de la finca educativa, no nos pudo recibir personalmente a pesar de sus deseos de hacerlo. Pero por teléfono nos guió en una pequeña ceremonia para pedirle permiso a la montaña de hospedarnos en ella y visitarla. Así nos sentimos acogidos.
Anochecía. En la penumbra logramos ubicar nuestras cosas en el rancho grande, construído con arquitectura tradicional boruca. Y nos acercarmos a la cocina, donde Hernán ya había encendido la lumbre en el fogón, para preparar la cena. Nos costó controlar el calor y el humo en el fogón. Pero lo logramos. Luego apreciamos la noche estrellada, el firmamento nítido, sin nubes, en el entorno oscurísimo. Y nos fuimos a dormir rodeados por la paz de la montaña.
Las actividades, experiencias y aprendizajes de los siguientes dos días los comparto con fotografías.
